Nuestro Padrino



Hijo de republicanos, su madre trabajó en un hospital durante la guerra civil mientras su padre combatía en el frente, nació en Mérida, Badajoz, pero vivió su infancia y juventud — desde los dos hasta los 20 años — en Tomelloso (Ciudad Real), donde su abuelo era cabrero. Era guitarrista flamenco cuando, según ha contado él mismo, decidió cambiar ese instrumento por la literatura, que en su pluma posee mucha relación con la música. En Tomelloso fue jornalero y descubrió el amor.

En 1957 se muda a Madrid, donde "sigue empleado en menesteres alejados del ejercicio profesional de la literatura hasta que en 1961 comenzó a trabajar como redactor en "Cuadernos Hispanoamericanos", revista de la que llegará a ser director (1983-1996; a la caída del Gobierno socialista fue destituido y pleiteó para ser restituido a su cargo, lo que consiguió). Ha dirigido asimismo la revista de arte Galería (1989) y la colección El Puente Literario de la editorial Edhasa (1969-1971).

Comenzó su carrera literaria con la poesía y obtuvo su primer premio, el Adonáis en 1963, por Las piedras, "libro de talante existencial en el que explora el tema de la soledad". Dos años después, en 1965, ganaría su primer galardón de narrativa, el Premio Eugenio d'Ors por su novela corta Las calles. Desde entonces no ha cesado de escribir y de recibir distinciones de todo tipo.

Su obra evolucionó desde la inspiración machadiana y el compromiso social del poemario Las piedras hasta una reflexión sobre el lenguaje y el erotismo.

Logró el premio Nacional de Poesía en 1978 por Las rubáiyatas de Horacio Martín, en que se inventa un heterónimo inspirado en el Abel Martín de Machado y en el Ricardo Reis horaciano de Fernando Pessoa.

Como narrador, destacan sus obras Por ejemplo, doscientos (1968), Parábolas (1975), Lugar siniestro este mundo, caballeros (1980), Fábula (1991), Decepción (1994), El marido de Alicia (1995), Sobre el amor y la separación (1996) y La balada del abuelo palancas (2003).

Aficionado a la música, letrista y guitarrista él mismo, como flamencólogo ha escrito García Lorca y el flamenco (1992), Agenda flamenca (1987), Memoria del flamenco (1995), que obtuvo el premio nacional de Flamencología, y Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). Es miembro de número de la Cátedra de Flamencología y estudios folclóricos.

Félix Grande señala que los poetas que le marcaron fueron Antonio Machado, Luis Rosales — de quien fue discípulo y amigo y del que ha prologado y seleccionado los poemas de la antología Porque la muerte no interrumpe nada —, y César Vallejo, entre otros.

Después de Las rubáiyatas de Horacio Martín no había vuelto a escribir poesía, pero ese silencio de más de 30 años terminó en 2010, cuando incorporó su nuevo poema La cabellera de la Shoá en la antología Biografía y a fines del año siguiente salió Libro de familia.

Está casado con la poeta Francisca Aguirre con la que ha tenido una hija, la también poeta, Guadalupe Grande.